jueves, 11 de noviembre de 2010

Lo inexorable abanicándole el halo
negro a la muerte ya no me asusta.
Ni los lobos lamiéndole la sombra
a la luna en pleno eclipse.
Ni la soledad desenvainando 
su mirada frente a mi destrozado espejo..

Luego de ver niños comiendo de la basura,
luego de los de los treinta mil desaparecidos,
las metáforas parecen convertirse en un simple
adorno, en una simple guirnalda colgada
en un velorio entre las coronas de flores
y las velas.

Solo me faltan tus ojos para que la poesía
se convierta en una fuerza indestructible
y me invada el deseo de luchar por un mundo mejor.