miércoles, 30 de diciembre de 2009

Nadas oidos

Tomar la última bocanada de aire,
sumergirme en aquellas aguas que solian
ser de los dos, y no mojarme de vos
ni una tenue garúa.

Me deja éste hiel ahogo a nada,
nadas ahora quizas, en otras gotas.


Pensar que la oxígeno es el abismo
justo en el que debo caer.
Estar tan seco, desierto,
desvegeta el aosis de tu calma.


Me zumba la arena en los oidos,
oidos aquellos cantos de tu sirena,
ya, desde el oleaje del recuerdo.