Tu nombre me duele en los oidos
y la boca de mi pecho, se muerde los
labios para no gritarlo, deletrearlo.
Va en silencio para adentro,
como el
ocaso, que se vuelca (en el cielo)
para el adentro de la oscuridad
del universo.
La pobre boca de mi pecho ni siquiera
puede abrirse a la mañana para tomar el mate,
ni de noche para beber el vino, ni de dia para
absorber una bocanada de sol que ilumine
al alma.
Solo sabe entornarse
para sujetar el pucho,
fumarlo y sentir como aumenta
el dolor que lo oprime.
Nunca cede la morsa, la presión es
infinita de angustia y los labios
de mi pecho se desangran de tanto morderse,
colmillos, para no gritar tu nombre, deletrearlo.