jueves, 23 de septiembre de 2010

Los pensamientos de aquella noche se habían
plantado en el frente de batalla con un instinto
asesino parecido al de los profesionales
torturadores de la dictadura militar.
Mis neuronas apenas si tenían un paraguas
para usar de escudo, mis balas apenas
eran un quejido o una lágrima que podía
disparar en el aire para ver si con un poco
de suerte le pegaba un tiro a algún recuerdo grato
que me de un segundo de tregua.
Lo juro, esa noche mis pensamientos no fueron humanos,
fueron de robot.Tenían calefacción central en las venas
para mantener líquida a su sangre, sus ojos no pestañeaban,
se les notaba en el fondo el foquito de luz que les daba un color
rojo neón..

Los pensamientos esa noche me dieron un golpe bajo
en el sótano de mi alma, el desvelo acertó una 
granada en mi soledad esa noche.........resulté herido

El médico que tenía entre mis filas era un experto cirujano,
vino corriendo a verme, me atendió con mucha paciencia.
Al cabo de cinco minutos sacó un cigarrillo de su paquete,
me dio fuego. Sinceramente era lo máximo que aquel hombre
podía hacer, no sabía nada de psiquiatría....

Aquella noche quede tendido en una trinchera de mi mente.
Pero lo milagroso fue que tuve una visión, era cristo.
Me dijo: hermano, la guerra nos vuelve locos....